DEBATE SOBRE LA FORMACIÓN ASISTENCIAL DEL FARMACÉUTICO


El pasado 2 de marzo de 2012 intervine en una mesa de debate, en el marco del XV Congreso de OFIL, sobre la formación asistencial del farmacéutico. El moderador, Borja García de Bikuña, organizó el debate en torno a tres preguntas. Los ponentes fueron Wanda Maldonado, Decana de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Puerto Rico,  Leida Barrios, Decana de la Facultad de la Universidad de Panamá, y yo mismo.

Aquí dejo mis contestaciones a las preguntas, sobre mi opinión acerca de la formación asistencial del farmacéutico en España

¿Cuál cree usted que son los puntos fuertes y débiles de la formación asistencial del farmacéutico en su país y por qué?

 

En mi opinión, la formación asistencial del farmacéutico en España es inexistente, porque solo se basa en la buena voluntad de un profesional, que cuando adquiere la titulación profesional no ha recibido formación asistencial alguna, y para la que después no hay titulación reglada, que garantice que la práctica asistencial se ejerce de una forma concreta, siguiendo un proceso racional de toma de decisiones, para garantizar unos objetivos concretos que la sociedad requiere y demanda de ese profesional.

No podemos olvidar que una titulación profesional oficial, garantizada por el Estado, es una garantía jurídica. En España hay leyes desde 1997 que obligan al farmacéutico a realizar el seguimiento de los tratamientos farmacológicos de los pacientes. De esta práctica asistencial se habla además en la ley de regulación de los profesiones sanitarias de 2003 y en la de garantías y uso racional del medicamento de 2006. Sin embargo, en ningún momento se ha hecho esfuerzo político alguno para desarrollar lo que era, según se mire, o buenas intenciones o, en un país tan taurino como este, un brindis al sol pleno de intencionalidad política en el peor sentido de la palabra.

Los ciudadanos españoles pueden sentirse estafados por los políticos, que no han desarrollado una legislación que garantice que se ejercen y se enseñan prácticas asistenciales que evitarían el sufrimiento y muerte, evitables en muchas ocasiones, que produce una farmacoterapia muchas veces mal indicada, poco efectiva, a menudo insegura y también mal utilizada.

Pero también pueden sentirse engañados por una Universidad que no forma en excelencia al 70% de sus estudiantes farmacéuticos, los que se orientan a actividades asistenciales. La Universidad no cumple la demanda de las leyes que hablan de los requisitos que debe cumplir un farmacéutico asistencial, hace oídos sordos a ello, y con el dinero de los contribuyentes sigue orientada a su pura endogamia, a estar pendientes de ellos mismos en vez de tener en cuenta lo que necesita la sociedad.

Además, los profesionales farmacéuticos tampoco hemos tratado de corregir hasta ahora lo que la Universidad no ha dado en la formación asistencial. No se han movido por tener una formación posgraduada reglada fuera de la Universidad, tal y como otros profesionales tienen con las especialidades, reguladas por el Ministerio de Sanidad. Han preferido dedicarse a defender de forma gremial algo que está dejando de tener sentido, y les ha faltado valor para afrontar el futuro de la única forma que se puede afrontar, que es siendo sensibles a lo que la sociedad necesita de ellos en un mundo cambiante.

La buena formación asistencial para el farmacéutico en España es anecdótica. El gran problema ha sido que se ha discutido y se ha discutido….pero de espaldas a la sociedad y mirando cada cual a su propio ombligo o a su propio ego, cuando no se ha despreciado o se ha ninguneado, pensando que el problema de los farmacéuticos asistenciales es que son científicos de segunda o tercera división.

Por tanto, y para concluir. No existe formación asistencial para los farmacéuticos, para desgracia de los pacientes, de nuestro sistema público de salud y para los propios farmacéuticos.

¿Cuál cree usted que debe ser la función de la Universidad respecto a la formación asistencial del farmacéutico y por qué?                                       

 La Universidad en España ha perdido una oportunidad irrepetible con el desarrollo del Documento de Bolonia. Ha sido trágico para el 70% de sus alumnos, que luego se orientan a actividades asistenciales, y lo ha sido para ser profesionales competitivos en Europa respecto a otros farmacéuticos.

El Documento de Bolonia no se supo entender. Se pensó que el grado era un paso atrás al compararse con la licenciatura, y se quiso equiparar el grado a la licenciatura, lo que ha sido un gran error. Y la realidad de lo que se pretendía era que lo que capacitase para trabajar era el grado de Master, ya con la orientación profesional adecuada. Esto ya no es posible, y tenemos unos graduados que deben hacer más cursos que sus coetáneos europeos, con una formación que no capacita para la actividad asistencial, y unos Masters impartidos por profesores de las Facultades, que no tienen ni idea de en qué consiste la función asistencial del farmacéutico.

Se perdió la oportunidad de hacer un grado generalista y luego un Master de dos años orientado a las distintas salidas, obligatorio para ejercer profesionalmente, y lo que se ha hecho es lo que suele hacer la Universidad española, llevar hasta sus últimos extremos la máxima de Lampedusa, de cambiar todo para que nada cambie. Eso, además, con el dinero de los contribuyentes, como dije anteriormente. Un dinero que no es de nadie, por lo que parece, un dinero que no sirve a la sociedad sino a los intereses particulares de los que se reparten la tarta de la docencia.

Se ha tirado por la borda una generación de profesionales que siguen sin acceder a un tipo de formación transformadora para su actividad asistencial.

Después, nadie puede extrañarse por lo que pasa ni rasgarse las vestiduras.

La Universidad debería formar también farmacéuticos asistenciales, al igual que puede formar farmacéuticos de otro perfil más tradicional. Con las posibilidades que daba el Documento de Bolonia no tendría por qué excluirse ni sentirse excluido nadie, pero ahora eso no es posible, y pasarán muchos años antes de que esto pueda ser posible.

Y la solución es tremendamente difícil. Los farmacéuticos de hospital crearon una especialidad para equipararse a los médicos. Eso se consiguió por sus méritos y porque estaban dentro del sistema. Si no es dentro del sistema, difícilmente podremos generar una especialidad. Si no nos quitamos las pesadas etiquetas del dónde trabaja usted, los farmacéuticos seguiremos perdiendo.

Hasta que quienes tengan capacidad de transformar no sean gente que mire más allá de su propio ombligo, habrá poco que hacer. La grandeza de miras ha sidoun bien escaso en España.

¿Considera usted que la formación reglada es competencia exclusiva de la Universidad y por qué?

Creo que no es así en otras profesiones asistenciales, y que los farmacéuticos deben seguir las mismas pautas que otras como la medicina o la enfermería, con las que debería aspirar a equipararse. La formación reglada en España necesita que no sea exclusiva de la Universidad, porque, o cambia de verdad, lo cual es tarea ingente, o sería un atraso para la profesión.

Las profesiones que trabajan con pacientes deben aprenderse también con profesionales con experiencia contrastada y acreditada, que desarrollan un proceso de formación reglada para adquirir un título de especialista. Eso no se hace en la Universidad, sino en establecimientos sanitarios. Y para poderse hacer esto, el sistema público de salud debería reconocer que esta práctica es posible y es útil para la sociedad. Esto en España no se ha demostrado suficientemente, aunque en otros países sí. Se podría probar con alguna experiencia, o aceptar los resultados de otros para probar. Así se han instaurado muchas tecnologías sanitarias en este país, pero, claro, no las traían farmacéuticos.

Hoy en España estamos inmersos en un nudo gordiano en el que no hay formación reglada universitaria o no universitaria en la actividad asistencial del farmacéutico, que entiendo que es un proceso racional por el que se identifican todas las necesidades farmacoterapéuticas de los pacientes, y se trabaja porque esas necesidades se cubran con medicamentos que se utilizan adecuadamente como para alcanzar las máximas cotas posibles de efectividad y seguridad.

Hoy  estamos ante la pescadilla que se muerde la cola. Y lo único que se nos ocurre al verla, es llorar y lamentarnos porque está así, o echarle la culpa al de al lado de que la pescadilla se haya mordido la cola. Necesitamos que alguien con capacidad para ello, se acerque a la pescadilla y le saque la cola de la boca, sin esperar a que le muerda.

5 comentarios en “DEBATE SOBRE LA FORMACIÓN ASISTENCIAL DEL FARMACÉUTICO

  1. Hola Manuel, no hubo tiempo para ampliar al debate a niveles de resultados o propuestas. Todo lo que se aportó el día 3 de marzo en el Foro de debate daría para unas claras conclusiones del XV Congreso OFIl, en línea a como se plantearon y resumiste en tus 3 respuestas leídas, una vez pensadas y reflexionadas.
    No hubo tiempo para aportar mi opinión y aprovecho ahora para hacerlo: ¿por qué seguimos ‘fabricando’ alrededor de 2.000 farmacéuticos al año en España y encima con un escaso perfil asistencial? Somos más de 62.000 farmacéuticos colegiados, de los que el 68%, unos 43.000 ejercéis en oficina de farmacia. ¿Se les forma mayoritariamente pensando en ello, en la farmacia asistencial, en la “práctica de farmacia” como experto en medicamentos aplicados en la Socieadad, pero de uno en uno, seres humanos? ¿Dónde está la enseñanza basada en problemas y casos de medicamentos aplicados en los pacientes? Se tiene que ir uno al Reino Unido, con las mismas normativas en formación que en España y el resto de la Unión Europea, para ver cómo se orienta a nivel asistencial con la resolución de casos clínicos? Claro, en universidades que tienen profesores contratados con evaluación del rendimiento en 3-4 años, sin imposibilidad de acomodarse y seguir impartiendo casi lo mismo durante décadas…. Además, en el postgrado, ¿por qué no optimizamos y actualizamos el sistema de formación de especialistas mediante los objetivos de formar con destrezas y reduciendo los ‘filtros’ memorísticos, como en la mayoría de los sistemas de selección de personal en nuestra España administrativa? Y por otra parte, ¿dónde está la actualización de las organizaciones profesionales que deben apoyar y estimular al farmacéutico en todas sus actividades, mayoritariamente en farmacia comunitaria, por ahora, como el eslabón que permite dar un mejor servicio a la Sociedad?. ¿Se planifican los cursos de la formación continua según las necesidades de los profesionales? Todos debemos colaborar en esa planificación, e incluso demandarla a nuestras organizaciones colegiales. Necesitamos líderes en casa una de estas actividades formadoras, y profesionales.
    Muchas preguntas que quedan sin responder, no solo para uno mismo mediante un ejercicio de abstracción, sino incluso cuando nuestros hijos, siguiendo nuestro pasos, no comprenden la falta de competitividad en algunas universidades españolas, en las que no se encuentran los mejores expertos en la materia, sino que no hay ‘materias’ acordes a las necesidades de nuestra Sociedad digital: enseñanza online, uso de nuevas tecnologías (video, audios, sesiones y conferencias web, etc). Nuestros alumnos no se sentirán atraídos por métodos dieciochescos para una profesión del S.XXI. Forcemos el flujo del conocimiento entre todos los sectores para poder dar pasos hacia un mejor servicio a la Sociedad.
    Un abrazo

    Me gusta

    1. Realmente fue una lástima no profundizar en el tema. Siento que, en realidad, hay poca gente que se entere realmente de lo que esto conlleva. Se trata de que existe una tecnología sanitaria, probada ya en otros países en los que hay un número creciente de farmacéuticos que ya no toca los medicamentos, sino que trabaja por optimizar sus resultados. Una tecnología que salva vidas y reduce gastos económicos, y que al final, toda la discusión se centra en otras cosas, que no tienen nada que ver.
      Un título universitario es una garantía jurídica que tiene la sociedad para que esta se quede tranquila en las funciones que la ley delimita para esa profesión.
      Si esa profesión, para ejercerse, necesita una titulación universitaria, la Universidad tiene la obligación de asumir la formación para que esa garantía jurídica sea real.
      A la Universidad pública española, a sus Facultades de Farmacia, les importa un pimiento si la profesión está capacitada para afrontar sus obligaciones legales. No están interesados en lo que necesita la sociedad de ellos, sino en sus Departamentos. Solo les importa la investigación si eso les reporta puntos en su particular agencia de calificación.
      Creo que hay que empezar a denunciar lo que está pasando: el inmovilismo endogámico de las universidades y de los colegios profesionales, la falta de ideas en las sociedades científicas, la ausencia de grandeza de miras, el profundo desconocimiento de los políticos en sus responsabilidades, los prejuicios…Es terrible que las cosas se sigan haciendo en España de esta forma. Llevamos siglos sin aprender, llevamos siglos subiendo a las piras de la Inquisición a todos los que no asuman el pensamiento único….de otros. Pero como dijo Galileo….y sin embargo, se mueve

      Me gusta

  2. Desde luego éste debate fue una de las perlas de la OFIL12. Seguramente se podría haber dedicado en exclusiva los tres días a ello o a lo mejor habrá que hacerlo, una jornada Exclusiva para debatir sobre la formación Universitaria de nuestra profesión.
    Está claro que la opinión de Manolo la compartimos todos los que tenemos inquietudes en la Farmacia Asistencial y defendemos este papel en la sociedad.
    Es descorazonador cuando contratas a un farmacéutico recién licenciado y tienes que empezar de «Cero», sus conocimientos no están adaptados al trabajo asistencial desde el «mostrador» de la farmacia. No tienen ningún recurso para realizar una dispensación, no saben orientar la micro-entrevista en éste acto para obtener la información para realizarla. Y no digo en una entrevista de Seguimiento que ahí ni siquiera saben cual es el objetivo de ésta ni del propio servicio.
    Es penoso que profesionales, que en el 75% de ellos van a trabajar de cara a los usuarios de medicamentos, «jamás» hayan recibido ni una sola enseñanza en éstas habilidades clínicas ni hayan tenido ni un solo contacto con pacientes reales.
    Y no me vale que se justifiquen con las «Practicas tuteadas» porque esta responsabilidad no puede recaer en la buena voluntad del farmacéutico tutor, es demasiado temario y de demasiado peso para dejarlo en el aire.

    Me gusta

  3. Hola Manolo:

    no pude ir a Cádiz y lo sentí. Sólo comentar que, aunque tienes toda la razón sobre la Universidad Pública de España y la NO-fomación asistencial impartida en ella hasta hoy, debemos tener en cuenta que otras Universidades españolas SÍ apuestan ya por esta formación.
    Y gracias a profesionales como tú, en España la formación asistencial del farmacéutico es hoy una realidad.
    Cierto es que para obtenerla hay que: 1º buscarla como el que busca yesca, ya que los Colegios Profesionales no se hacen eco en absoluto, muy al contrario, parece que quieran ocultarla; y 2º pagarla.
    Pero ¿qué le vamos a hacer? Creo que para que la Universidad Pública FORME verdaderos profesionales farmacéuticos asistenciales, primero tendrá que ser necesaria esta figura en la Sanidad Pública. No se caracteriza nuestra Universidad Pública por innovar; suele ir siguiendo la estela de la iniciativa privada o de la presión de los servicios públicos ¿no te parece?

    Saludos

    Concha Ruiz Bueno

    Me gusta

    1. Es triste que la bandera de la Atención Farmacéutica solo la hayan recogido las Universidades privadas. No tiene nombre que se mire para otro aldo en una responsabilidad como la de hacer profesionales preparados para servir a la sociedad. Si se exige un título universitario para ejercer de farmacéutico y si el farmacéutico tiene unas obligaciones legales con la sociedad, por propiedad conmutativa, las Facultades deben asumir las exigencias de la sociedad para con los farmacéuticos. Y lo que no sea así, es ilegal, ilegítimo e inmoral

      Me gusta

Deja un comentario